QUE COMIENCE EL ESPECTÁCULO

Vivimos rodeados de un mundo lleno de pantallas, no solo en nuestros móviles y ordenadores, también estamos expuestos en las calles, restaurantes, transportes públicos, etc.
El consumo audiovisual ha dejado de ser entretenimiento y ha pasado a ser una obligación, transformándose en un organismo omnipresente.

Hasta las propias relaciones sociales se encuentran mediatizadas. Compartimos todos nuestros momentos en la red, pero al final todos publicamos los mismos contenidos, puesto que devolvemos al mundo lo que el mundo nos da, que no deja de ser una irrealidad. Ya que dichos contenidos son analizados al detalle antes de ser publicados para conseguir ese yo ideal. Porque si fracasas o no estas en las redes sociales se produce un tipo de muerte simbólica.

Guy Debord (1931-1994) ya se adelanto a esto en los años 70, plateando una serie de tesis en La société du spectacle (Debord, 1967).

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«La vida entera de las sociedades en las que imperan las condiciones de producción modernas se anuncia como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo directamente experimentado se ha convertido en una representación» (Debord, 1967: 1). Las vidas cotidianas son moldeadas para encajar en el espectáculo de las redes. El espectáculo es alimentado por nosotros mismos a través de elementos que llaman la atención de los demás, puesto que el objetivo es conseguir mayor visualización. Muchos de los comportamientos sociales llegan a ser campañas publicitarias para conseguir más "capital social digital", que está representado a través de los seguidores, likes y visualizaciones.

 «La exterioridad del espectáculo en relación con el hombre activo se hace manifiesta en el hecho de que sus propios gestos dejan de ser suyos para convertirse en los gestos de otros que los representa para él» (Debord, 1967: 30).

Fotograma de Nosedive, 2016
Para todo aquel que conozca el capítulo Nosedive de la serie Black Mirror (2011-2016), es inevitable no acordarse de él al tratar este tema. Las redes sociales pasan a convertirse en el motor de la vida. En el episodio se muestra como el "capital social digital" es importante hasta para comprarse una casa. La identidad de los personajes se basa en la imagen que dan al resto, la cual moldean para convertirse en un producto atractivo.

Quizá esta ficción no se aleja mucho de la realidad, puesto que el capítulo muestra un irónico reflejo de nuestras vidas actuales.


Referencias:

Gloria Briceño Alcaraz (2011), El cuerpo como performance en la sociedad del espectáculo, en http://bvirtual.ucol.mx (Último acceso: 17/11/2017).

Guy Debord (1967[1998]), La sociedad del espectáculo, en http://educalab.es/intef (Último acceso: 17/11/2017).

Vicente Díaz Gandasegui Correo (3 noviembre 2014),  Black Mirror: el reflejo oscuro de la sociedad de la información, en https://revistas.ucm.es (Último acceso: 17/11/2017).

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